Sólo unos pocos practican el fino arte de la destilación de los sueños. Por eso se heredan los frascos con olor a rojo. Cada gota se guarda como la memoria que esconde bellos momentos que vuelan tan fácilmente.
Los ladrones de sueños tienen por costumbre ponerse el perfume rojo sólo en ocasiones muy especiales. Porque saben que les hace irresistibles cuando lo llevan en sus incursiones.